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Por qué las mujeres necesitamos a otras mujeres.

Actualizado: 30 may



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Lo que elegimos cuando elegimos estar cerca

Hay vínculos que nos salvan. Que nos sostienen sin decirlo. Que aparecen en esos momentos donde todo se tambalea un poco, o mucho. La amistad entre mujeres, sobre todo, tiene algo muy particular. No se trata solo de compartir experiencias parecidas o de tener los mismos intereses. A veces, ni siquiera hay tanto en común. Pero cuando se da esa conexión, ese lazo que no pide explicaciones, se siente como si el cuerpo, de repente, pudiera descansar.

Eso no es casualidad. Es biología. Es lo que se conoce como corregulación. Cuando estamos en presencia de alguien que nos cuida, que nos escucha sin juzgar, que nos ve en nuestra humanidad más desprolija, el sistema nervioso lo registra. Se calma. Baja la intensidad del estrés, se regula el ritmo cardíaco, y lo que parecía insoportable, se vuelve un poco más llevadero.

Estar con alguien que nos quiere bien es, literalmente, sanador.

La vida no solo nos pasa

A veces se dice que la vida es impredecible, que no se puede planear demasiado. Y en parte es cierto. Pero también es cierto que no somos observadoras pasivas. Somos activas en cada elección. Incluso cuando evitamos un encuentro, cuando dejamos un mensaje sin responder, cuando elegimos no abrir una conversación difícil—ahí también estamos eligiendo.

Elegimos qué vínculos alimentar. Qué historias seguir contando. Qué tipo de compañía dejar entrar en los momentos de alegría y en los de dolor.

Y la vida, que muchas veces duele—por la falta de justicia, por lo económico, por la salud, por las pérdidas—duele distinto cuando no estamos solas. La desesperanza no es una rareza personal. Le pasa a todo el mundo. No es "me pasa solo a mí". Es "nos pasa", y eso cambia las cosas.

Lo que florece y lo que no

Los vínculos, como los jardines, necesitan atención. Algunos florecen casi sin esfuerzo. Otros no se dan, por más que insistamos. Y algunos—aunque cueste decirlo—no hacen más que consumir nuestra energía.

Hay relaciones que nos devuelven una versión nuestra más tranquila, más auténtica. Y hay otras que, aunque hayan estado presentes durante años, nos hacen dudar de nuestro valor, de nuestra voz, de nuestra claridad. Con el tiempo aprendemos a reconocer esa diferencia.

No es fácil soltar vínculos que fueron importantes. A veces se arrastran años de lealtad, de historias compartidas, de esperanzas que no se cumplieron. Pero el jardín es nuestro. Podemos elegir qué sigue creciendo y qué ya no. Podemos elegir con quién queremos transitar la vida. Y eso también es salud.

Las mujeres que eligen el cuidado

La amistad entre mujeres tiene una potencia enorme. Cuando no hay competencia, ni juicios, ni necesidad de demostrar nada, se vuelve un espacio de refugio. De esos que no abundan.

No todas las mujeres con las que nos cruzamos en la vida van a ser esas compañeras. Algunas vendrán con su propio dolor sin elaborar y lo proyectarán. Algunas intentarán hacernos pequeñas para sentirse grandes. Algunas no podrán vernos más allá de sus propios relatos.

Y está bien. No todo vínculo tiene que durar. Lo importante es poder reconocer cuáles nos alivian el cuerpo. Cuáles no nos hacen dudar de quiénes somos. Cuáles nos permiten respirar más profundo.

Un gesto, hoy

Si algo de todo esto te resuena, probá algo simple: escribile hoy a una amiga. No hace falta que sea una conversación profunda. Un mensaje que diga “pensé en vos” alcanza. Un gesto cotidiano puede ser una forma concreta de cuidar ese jardín.

Porque no es solo lo que nos pasa. Es lo que hacemos con eso. Y cuando elegimos la compañía que nos abraza en vez de la que nos acusa, estamos tomando una decisión consciente, pequeña y poderosa: la de estar del lado del cuidado.

Y esa elección, en sí misma, ya es parte del camino.


¿Querés hablar de tus vínculos? ¿Te sentís agotada por sostener relaciones que no te devuelven lo que das? En los espacios de terapia, podemos mirar juntas esos enredos, desarmarlos de a poco, y encontrar formas nuevas de estar en los vínculos: con menos culpa, con más claridad, con más ternura.


Porque todos merecemos compañía que nos mire bien. Aunque a veces nos cueste creerlo.



Laura Mannucci.

Psicóloga

Trabajo desde el respeto por los tiempos de cada quien, con una mirada integradora que combina herramientas de la terapia cognitivo-conductual, la atención plena y la teoría polivagal. Creo profundamente que no estamos hechos para transitar solos lo que duele, y que el vínculo terapéutico puede ser un espacio de regulación, claridad y alivio.


Acompaño personas que están atravesando procesos de ansiedad, duelos, relaciones complejas, o simplemente momentos de esos donde uno ya no sabe bien qué necesita, pero sabe que así no puede seguir.


La primera sesión es un espacio de encuentro, sin presión ni etiquetas, donde podés traer eso que te inquieta, con la libertad de ir descubriendo juntos por dónde empezar.


Primera sesión sin costo. Conversemos.

 
 
 

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